Quizas lo que voy a decir carece de rigor científico y probablemente sea solo una opinión personal respecto a lo que la justicia en materia laboral debería ser. Quizas haya gente que comparta mi opinión y gente que no, pero no deja de ser importante opinar al respecto y plantearnos una problemática que afecta a una gran cantidad de personas desempleadas que, en cierta forma, son discriminadas en razón de su edad.
Es común encontrar en los clasificados de los diarios ofertas de trabajo dirigidas a “jóvenes sin experiencia” o a “jóvenes con experiencia mínima de dos años”, asi como también es común ver carteles ofreciendo empleo fijando un límite de edad que difícilmente supera los 30 o 35 años. Pero cuando de personas de mayor edad se trata, se torna prácticamente imposible que logre ser incluido en la vida laboral del país. Un trabajador que es despedido antes de alcanzar la edad jubilatoria en la mayoría de los casos no vuelve a obtener un empleo.
En la antigüedad, las personas mayores solían ser considerados sabios, resultando su opinión de gran valor y su experiencia de vida de extrema importancia para aconsejar a Jefes, Reyes o Gobernantes sobre el rumbo y el destino que debía seguir y alcanzar un pueblo, reino o nación. Los años de vida daban los conocimientos necesarios y eran pilares de las estructuras familiares como grupo básico.
“Los años no vienen solos” se suele decir popularmente cuando comienzan a aparecer los dolores propios del envejecimiento del cuerpo humano, pero también es utilizada la frase cuando una persona aporta desde su experiencia, sorprendiendo a propios y extraños por los conocimientos que posee para resolver una situación que la ciencia y la tecnología no han podido resolver, la solución a través de un método que antiguamente se utilizaba y que viene de familia y que la persona que la señala lo sabe porque se lo conto su padre y que a su vez a este se lo conto el abuelo y que se traspasó por años, de generación en generación. No significa que la ciencia y la tecnología no haya alcanzado progresos de gran significación para la vida humana, pero existen conocimientos basados en la experiencia que aún no fueron explicados por la ciencia y que sólo lo poseen los seres humanos que han vivido una larga y fructífera vida.
Pero en la Argentina de hoy en día no suele ser la prioridad la contratación de hombres y mujeres de larga experiencia, encontrando un techo en los 40 años de edad. Me tocó resolver un caso de un ingeniero, de 62 años de edad, que fue despedido de una empresa privada. Como muchos recordarán, hasta no hace mucho tiempo atrás se realizó una campaña desde el gobierno nacional en donde se promovía la carrera de ingeniería a través de spots publicitarios en los medios de comunicación audiovisual, radios, diarios de tirada nacional y provincial, panfletos, etc. Pero esa campaña estaba orientada hacia jóvenes, sosteniendo que había poca oferta de ingenieros, y que iban a ser los profesionales del futuro. Pero todo profesional del futuro necesita indefectiblemente de los profesionales del pasado para aprender de sus errores y de sus aciertos, de su vasta experiencia, sus trucos, sus mañas. Una eliminación generacional experimentada, reemplazada por otra sin experiencia, sin superponer posiciones para el traspaso de conocimiento es lo que genera la decadencia de las instituciones. Este hombre experimentado, ingeniero, cuyo único defecto es tener 62 años, sufrió en carne propia la discriminación del mercado laboral en razón de su edad, pasando años sin conseguir un trabajo en relación de dependencia, que en definitiva nunca encontraría, intentando desde la creación de muebles, hasta tareas de electricista y cableado telefónico, con el sólo fin de obtener algún tipo de ingreso para su subsistencia y la de su familia.
Incluso ha cambiado mucho con el pasar de los años la forma de trabajar. Las generaciones anteriores solían buscar la estabilidad de su empleo, fuere cual fuere. Tendían a comenzar de jóvenes en una empresa y jubilarse en la misma. Su visión de trabajo era funcional, sentían que tenían un propósito en la empresa, se sentían parte de la misma y daban todo para que a ella le fuera bien. Cuando alguno era despedido se le arrancaba un pedazo de vida. Hoy en día los jóvenes no tienen la misma visión. Toman cada empleo como temporal, hasta que consigan algo mejor, algo que se ajuste mas a sus propósito, que generalmente es difuso. No se aferran a la idea de la empresa, no se sienten parte de ella, sólo están porque es lo que consiguieron, y no les cuesta irse.
En el ámbito del derecho es innegable el valor de abogados de larga experiencia, a quienes le debemos respeto y admiración. No digo todos, pero la gran mayoría de los abogados aprendió sobre el ejercicio profesional y sus ribetes de un abogado mayor y mas experimentado el cuál le traspasó sus conocimientos y sus mañas. También subsiste en el ámbito académico el valor de la experiencia.
Considero que se debe revalorizar a las personas mayores, los jóvenes necesitan del faro que ilumine su camino. Se les ha quitado la posibilidad de demostrar su utilidad para la vida laboral y es necesario darles el lugar que se merecen. Se habla mucho de lo injusto que es el sistema previsional argentino, y del maltrato que éste le brinda a nuestros queridos jubilados, sin habernos dado cuenta que hoy en día los problemas comienzan mucho antes.
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