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OPINIÓN: LA DESIGUALDAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER EN EL ÁMBITO LABORAL



Si bien ya se ha escrito sobre los derechos laborales de las mujeres, no podemos pasar por alto que aún hoy, con todo el avance que existe en materia de igualdad ante las leyes, la costumbre sigue pesando en las relaciones de trabajo y el machismo aún subsiste en todo ámbito. Es por eso que hoy he decidido dedicarle esta columna de opinión a aquellas mujeres que, a pesar de poseer títulos y honores, siguen siendo discriminadas y destratadas en sus lugares de trabajo.



El fin de semana leía en el Diario Clarín una nota muy interesante sobre las argentinas y la retirada del mundo laboral. En dicho artículo periodístico se analiza los últimos tiempos respecto de la inclusión de las mujeres al ámbito laboral, y si bien podemos pensar en el progreso que ha tenido su inclusión, se resalta que en los últimos años ha sufrido una desaceleración de la fuerza laboral femenina. Señala como causas la brecha salarial, la doble jornada externa y doméstica y el rol de cuidadora. Todos sabemos que el trabajo de las mujeres es dentro y fuera del hogar. Aún la sociedad no se ha desprendido de la idea de mujer criadora de hijos y cuidadora del hogar, ni hombres ni mujeres se han desprendido de dicha idea. Es por eso que la mujer trabajadora navega entre dos mundos de trabajo, uno externo y uno interno.

Pero el problema no es si la mujer lo acepta o no, sino el hombre. Quizás en las grandes metrópolis exista una tendencia hacia una igualdad de género en todo ámbito, pero en las ciudades pequeñas les cuesta abrirse a lo nuevo y suelen quedar expuestos a viejas prácticas que a la luz del progreso denotan una gran desigualdad. Me ha tocado escuchar historias laborales de mujeres que no parecen ser de este último siglo. Mujeres profesionales, con un curriculum que asusta de impresionante, mujeres a las cuales ningún hombre sería capaz de enfrentar sin estar en su nivel, denigradas por su calidad de “Mujer” por “hombres” que no le llegan ni a los talones. Uno podría decir que es una cuestión de carácter, pero el trabajo no se trata sólo de tener el carácter sino también los conocimientos y la experiencia suficiente para realizar las tareas que se le asignan. Es allí donde la mujer se ve desplazada, en las ideas; cuando se coarta la posibilidad de expresar sus ideas a la par del hombre y de verlas realizadas para mejorar la capacidad laboral y económica de la empresa o establecimiento para la cuál prestan tareas.

Se habla de una desaceleración en la inclusión laboral de la mujer pero aún hay que mejorar y mucho al mantenimiento de la mujer en el trabajo en condiciones dignas de ser aceptadas. Basta navegar por buscadores de trabajo en la red para encontrarnos con que los trabajos mayormente ofrecidos a las mujeres son de empleada doméstica o secretaria. Como si fueran las únicas tareas que una mujer puede realizar. Ya en el ámbito profesional se amplía un poco más el campo de búsqueda pero al acceder al trabajo no tienen las mismas posibilidades que un hombre. El hombre llega con mayor rapidez a cargos directivos, se le suelen encomendar tareas con mayor carga, que quizás uno piense que se lo hace como un modo de proteger a la mujer, cayendo en cuenta que la repetición de dichas tareas por parte del hombre deja de lado a la mujer, elimina una posible tarea, reservándosela exclusivamente al hombre, discriminando al sexo femenino. El exceso de protección es también discriminación.

Una idea de trabajo que vengo desarrollando desde hace un tiempo, incluye no solo a personas de ambos sexos, sino también a profesionales y no profesionales, experimentados o no, mediante el cuál todos hacen todo; desde sacar una fotocopia hasta dar opiniones sobre temas importantes. Todas las opiniones e ideas cuentan. Antes de ser hombres y mujeres somos seres humanos, y como tales somos falibles, no somos dueños de la verdad ni de la razón, podemos equivocarnos y es allí donde la participación de otras mentes puede ayudarnos a mejorar. De allí el famoso refrán “dos cabezas piensan mejor que una”. El trabajo en equipo es el mejor trabajo. Funciona con mayor eficacia, rapidez y precisión, mejorando el rendimiento personal y del grupo. La tendencia es la inclusión no la exclusión.

Debemos saber que la desigualdad existe, pero no por ello debe ser aceptada. Existe una deuda social que debe ser saldada. Hay que abrir la mente y tender hacia el progreso. A veces las mejores ideas vienen de los lugares menos pensados. Uno siempre debe tender a mejorar, a ir hacia adelante. Las mujeres han tenido una larga lucha para obtener todos los derechos de los que hoy gozan y la mentalidad del hombre debe adaptarse a la realidad y aceptarlas como iguales, no como competencia. Porque en definitiva a eso se resume: el hombre se siente intimidado ante el avance de la mujer; quienes antes no tenia ni derecho a pensar, hoy pueden pensar mejor que nosotros.


Dr. Leonardo Salvador Calvó
Abogado Laboralista

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