En un año se produjeron muchos cambios, algunos esperados y otros no tanto, que pusieron en expectativa a la clase trabajadora argentina respecto del futuro de sus empleos. Por un lado se pregona por un futuro prometedor, gracias a la salida del Default y a la ola de inversiones que se auguran en un mediano plazo, que traerá trabajo de calidad y elevará a nuestro país a una posición de la cuál nunca se tendría que haber ido; por otro lado, se asoma una imagen apocalíptica de desempleo y desocupación producto de políticas económicas que no se ven realizadas pese a haber sido prometidas. Pero dichas medidas encuentran una oposición que busca tomar medidas contrarias de carácter social, como lo venía haciendo, sin medir las consecuencias económicas que las mismas generarán en el nuevo escenario político del país, resultando un enfrentamiento entre dos ideologías políticas que tiene en el medio al trabajador.
Pero no se trata de ponerse de un lado o del otro. El trabajador debe entender que, para que le vaya bien al país, no hay que dejar de trabajar para ello. Nadie mejor que un trabajador sabe que con trabajo y esfuerzo todo es posible. Se está saliendo de una etapa en la cuál se ha hecho creer a la gente que se merece las cosas por el sólo hecho de ser persona, sin tener en cuenta que somos naturalmente distintos. Basándose en la naturaleza del hombre desde el pensamiento rousseauniano mediante el cuál el hombre se caracteriza por ser de naturaleza buena, libre y todos son iguales, se tomaron medidas de carácter social mediante la cuál se trató de equiparar en sus derechos a toda la población, sin tener en cuenta los aportes que realizaban unos y otros al país, sin exigir ninguna contraprestación a cambio. Nada bueno puede salir de dar y dar y no recibir nada. Desde un punto de vista empresario no puede generarse gastos sin que haya ingresos suficientes para equilibrar la balanza comercial. Lo mismo sucede con el Estado quien, durante muchos años, gastó y gastó sin obtener retornos. Aquellos que aportaron no ven volver esa plata porque fue destinado a aquellos que no fueron laboralmente activos o lograron obtener un empleo del Estado, que no le genera ganancias al mismo. Como política de asistencia social esta bien, pero no como política económica. Y a través de estadísticas dibujadas se incluyó a los asistidos dentro de los trabajadores para mostrar una imagen de crecimiento que nunca existió.
Hoy salimos del círculo vicioso y nos encontramos en un rumbo desconocido. La población ya no vive de promesas. El humor social no mide el tiempo y reclama medidas inmediatas. Somos una sociedad rota por un enfrentamiento del cuál no formamos parte. Y los únicos que sufren son los trabajadores. Hoy nos encontramos ante una situación de indefinición, a propuesta del arco opositor, que no busca beneficiar a los trabajadores sino perjudicar un gobierno sólo para vanagloriarse de ser un gobierno que hizo más por los pobres que ellos. Medidas que en vez de llevar el país hacia adelante busca llevarlo hacia atrás. Pero lo que necesita el país no es una Ley Anti-Despidos que en definitiva va a generar más despidos que trabajo, necesita la paciencia del trabajador y continuar trabajando de igual forma que lo viene haciendo, porque hay un futuro que lo espera y que lo incluye. Las condiciones para que los derechos de los trabajadores alcancen su punto máximo están dadas, sólo hay que acompañar con su trabajo. Nada se da de la noche a la mañana, todo lleva tiempo y trabajo, y justamente es eso lo que celebra hoy, el trabajo día a día.
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